Literatura

Seis poemas de Sor Juana Inés de la Cruz que debes leer

Nada es suficiente para homenajear a La Décima Musa, Sor Juana Inés de la Cruz.

Nosotros escogimos nuestros diez poemas favoritos de la gran escritora que revolucionó su época.

 

Amor empieza por desasosiego…

Amor empieza por desasosiego,

solicitud, ardores y desvelos;

crece con riesgos, lances y recelos;

susténtase de llantos y de ruego.

Doctrínanle tibiezas y despego,

conserva el ser entre engañosos velos,

hasta que con agravios o con celos

apaga con sus lágrimas su fuego.

Su principio, su medio y fin es éste:

¿pues por qué, Alcino, sientes el desvío

de Celia, que otro tiempo bien te quiso?

¿Qué razón hay de que dolor te cueste?

Pues no te engañó amor, Alcino mío,

sino que llegó el término preciso.

 

***

 

Cuando mi error y tu vileza veo…

Cuando mi error y tu vileza veo,

contemplo, Silvio, de mi amor errado,

cuán grave es la malicia del pecado,

cuán violenta la fuerza de un deseo.

 

A mi misma memoria apenas creo

que pudiese caber en mi cuidado

la última línea de lo despreciado,

el término final de un mal empleo.

 

Yo bien quisiera, cuando llego a verte,

viendo mi infame amor poder negarlo;

mas luego la razón justa me advierte

 

que sólo me remedia en publicarlo;

porque del gran delito de quererte

sólo es bastante pena confesarlo.

 

***

 

En perseguirme, Mundo, ¿qué interesas?

En perseguirme, Mundo, ¿qué interesas?

¿En qué te ofendo, cuando sólo intento

poner bellezas en mi entendimiento

y no mi entendimiento en las bellezas?

 

Yo no estimo tesoros ni riquezas;

y así, siempre me causa más contento

poner riquezas en mi pensamiento

que no mi pensamiento en las riquezas.

 

Y no estimo hermosura que, vencida,

es despojo civil de las edades,

ni riqueza me agrada fementida,

 

teniendo por mejor, en mis verdades,

consumir vanidades de la vida

que consumir la vida en vanidades.

 

***

 

Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba…

Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba,

como en tu rostro y en tus acciones vía

que con palabras no te persuadía,

que el corazón me vieses deseaba;

y Amor, que mis intentos ayudaba,

venció lo que imposible parecía,

pues entre el llanto que el dolor vertía,

el corazón deshecho destilaba.

Baste ya de rigores, mi bien, baste,

no te atormenten más celos tiranos,

ni el vil recelo tu quietud contraste

con sombras necias, con indicios vanos:

pues ya en líquido humor viste y tocaste

mi corazón deshecho entre tus manos.

 

***

 

Éste que ves, engaño colorido…

Éste que ves, engaño colorido,

que, del arte ostentando los primores,

con falsos silogismos de colores

es cauteloso engaño del sentido;

éste, en quien la lisonja ha pretendido

excusar de los años los horrores,

y venciendo del tiempo los rigores

triunfar de la vejez y del olvido,

 

es un vano artificio del cuidado,

es una flor al viento delicada,

es un resguardo inútil para el hado:

 

es una necia diligencia errada,

es un afán caduco y, bien mirado,

es cadáver, es polvo, es sombra, es nada.

 

***

 

Feliciano me adora y le aborrezco…

Feliciano me adora y le aborrezco;

Lisardo me aborrece y yo le adoro;

por quien no me apetece ingrato, lloro,

y al que me llora tierno, no apetezco:

a quien más me desdora, el alma ofrezco;

a quien me ofrece víctimas, desdoro;

desprecio al que enriquece mi decoro

y al que le hace desprecios enriquezco;

si con mi ofensa al uno reconvengo,

me reconviene el otro a mí ofendido

y al padecer de todos modos vengo;

pues ambos atormentan mi sentido;

aquéste con pedir lo que no tengo

y aquél con no tener lo que le pido.

 

0 comments on “Seis poemas de Sor Juana Inés de la Cruz que debes leer

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

A %d blogueros les gusta esto: