Cuántos de nosotros no hemos visto, leído, soñado o hasta imaginado un futuro en el cual los zombies son protagonistas de la historia. Pues como algo salido de ciencia ficción, una investigación recientemente publicada en Behavioral Ecology and Sociobiology demuestra cómo un parásito, Diplostomum pseudospathaceum, es capaz de modificar el comportamiento de sus huéspedes para, básicamente, hacer lo que él desea y completar su ciclo de vida; sí, una historia de zombies a nivel de gusanos, caracoles y peces.
Existen numerosos ejemplos similares al que hablaremos hoy, como el caso de las hormigas parasitadas por hongos del género Cordyceps, las cochinillas infectadas por la bacteria Wolbachia, o el famosísimo caso de Toxoplasma gondii, parásito que infecta a roedores y, “sorpresivamente”, hace que estos amantes del queso se dejen cazar por su depredador máximo: los gatos; así completan su ciclo de vida y los parásitos pueden reproducirse, aunque los ratones tristemente mueran. Sin embargo, la historia de D. pseudospathaceum tiene una peculiaridad que lo hace fascinante: según la edad del parásito, el comportamiento de sus huéspedes es diferente.

En el ciclo de vida del gusano, lo primero que debe ocurrir es que éste infecte algún pez que vive en su mismo hábitat, su favorito: la trucha arcoíris (sí, esa misma que preparas con chilito, ajo y cebolla). Una vez que entra al huésped, el gusano migra a una parte del ojo, el cristalino, ahí será la oficina donde controlará el comportamiento de su nuevo amigo el pez. Cuando el parásito aún es muy joven (incapaz de reproducirse), éste obliga al pez a vivir en el fondo del agua y sin moverse demasiado, cuestiones que reducen las probabilidades de que el pez sea comido por alguno de sus depredadores. Pero tan pronto como el parásito ha madurado, este gusano traiciona al que era su amigo y provoca que el pez nade cerca de la superficie del agua y ahora sí pueda ser ingerido por su siguiente víctima: un ave depredadora de peces.
Pero la historia no termina ahí. Una vez que el parásito es ingerido por el ave, los gusanos maduros se reproducen en el estómago y los huevos producidos son eliminados al agua. Cuando los huevos eclosionan, las larvas buscan un caracol para que puedan crecer y multiplicarse. Finalmente, los parásitos salen del molusco y completan su ciclo de vida, infectando de nuevo a un pez y migrando al cristalino donde volverán a controlar la conducta.
Una pregunta esencial era cómo estos parásitos hacían que los peces fueran ingeridos por las aves, qué cambios en el comportamiento eran importantes. El estudio demuestra que el parásito actúa afectando un comportamiento antidepredatorio básico del pez: la audacia. Los parásitos hacen que, una vez maduros, el pez suba a la superficie y sus movimientos sean más agresivos, más activos, más escandalosos, una forma de alzar la mano y decirle a las aves: “¡cómanme, cómanme!”. Y no sólo eso, vuelve al pez menos audaz de escapar a los ataques depredatorios, mientras que los peces sanos se “congelaron” para no ser detectados por las aves, los peces infectados siguen moviéndose; es decir, el parásito mata dos pájaros de un solo tiro: vuelve al pez más provocador en sus movimientos y lo vuelve más torpe para escapar de ser comido. Además, es interesante que cuando los peces son infectados con gusanos inmaduros, los parásitos son incapaces de modificar la audacia del pez, es decir, la edad del parásito es vital para que sea capaz de controlar de esa forma la conducta de la trucha arcoiris, fascinante, ¿no lo crees?

Así que, cuando vayas al mercado y veas una trucha, piensa en todo lo que tuvo que sortear ese pez (ahora pescado) para llegar a tu mesa: sobrevivir a diversos ataques antes de convertirse en un zombie infectado por el gusano D. pseudospathaceum.
Pa’ los interesados:
Gopko, M., Mikheev,V. N., Taskinen, J. Deterioration of basic components of the anti-predator behavior in fish harboring eye fluke larvae. Behavioral Ecology and Sociobiology, 2017. 71: 68. Enlace: https://link.springer.com/article/10.1007/s00265-017-2300-x
Qué pasa si me como un pez que tuvo el parásito D. pseudospathaceum ?
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Hola, Tania. Nos pusimos en contacto con el autor de este artículo y nos comentó que cuando una persona come a un pez portador del parásito D. pseudospathaceum no ocurre nada porque los humanos no somos huéspedes adecuados para éste, contrario a lo que ocurre con el parásito de la cistecircosis que si nos lo comemos se va al cerebro
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Por cierto, perdona la tardanza para hacerte llegar la respuesta…
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