En estos días el nombre de Joaquín Sabina ha estado muy vigente en la agenda diaria de los medios nacionales y se debe a que ya está en México, listo para presentar su último y más aburrido disco.
Nos referimos al álbum Lo Niego Todo que lanzó hace unos seis meses y resultó ser peor que aquél grabado en conjunto con Joan Manuel Serrat.
Vale la pena señalar que quien escribe este artículo se declara fan de Sabina, lo ha visto en al menos tres ocasiones en vivo y mataría por una mirada –aunque sea de desdén– del músico español; sin embargo, también acepta que “el genio de Úbeda” ya está –como diría su madre– chocheando.
Por eso sus declaraciones más recientes en la Ciudad de México –donde tiene cuatro fechas que seguro ya están llenas– le parecen fuera de lugar.
Ejemplo: Sabina comentó que se arrepiente de haber aceptado una invitación a comer en 2011 por parte del entonces presidente Felipe Calderón… No obstante, ¿qué de malo hay en acudir a una comida celebrada por uno de tus fanáticos –sin importar que éste sea presidente de una nación–?
Seguramente muchos de los que leen creerán que hay mucho problema, que está mal comer con el que fuera nombrado por unos cuantos como “enemigo de los mexicanos”, pero este Jamlet no ve nada malo.
Sabina habló con los medios sobre la política y la muerte, pero no dijo nada nuevo, así como tampoco lo hizo en su disco más reciente, por eso Jamlet no irá a ningún concierto y se quedará escuchando en su casa las mejores canciones del músico, se acompañará de una copa de vino y rezará por el momento en que la vejez lo alcance y pensará: “ojalá sea lo bastante sensato para retirarme a tiempo de lo que sea que esté haciendo”.
Por cierto, compartimos la conferencia de prensa del español, por si quieren juzgar por ustedes mismos y contradecir al autor de este texto:
Jamlet Inculto 
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