Si la poesía es ritmo, musicalidad y pasión, el poeta cubano Nicolás Guillén es uno de sus directores de orquesta que entendió al cien por ciento que los versos nos debían hacer bailar.
Guillén, nacido en Cuba y uno de los máximos representantes de las letras anfro-antillanas, pudo recorrer el mundo para codearse con los mejores poetas, pintores y escritores de su época.
De su labor política mucho se ha hablado y ha sido fuertemente criticado; sin embargo Jamlet no tiene ganas de meterse en polémicas estériles y por esa razón decidió escoger siete de sus poemas favoritos del autor de obras como Motivos de son y Sóngoro Cosongo.
Canción
¡De que callada manera
se me adentra usted sonriendo,
como si fuera la primavera !
(Yo, muriendo.)
Y de que modo sutil
me derramó en la camisa
todas las flores de abril
¿Quién le dijo que yo era
risa siempre, nunca llanto,
como si fuera
la primavera?
(No soy tanto.)
En cambio, ¡Qué espiritual
que usted me brinde una rosa
de su rosal principal!
De que callada manera
se me adentra usted sonriendo,
como si fuera la primavera
(Yo, muriendo.)
***
Alma música
Yo soy borracho. Me seduce el vino
luminoso y azul de la Quimera
que pone una explosión de Primavera
sobre mi corazón y mi destino.
Tengo el alma hecha ritmo y armonía;
todo en mi ser es música y es canto,
desde el réquiem tristísimo de llanto
hasta el trino triunfal de la alegría.
Y no porque la vida mi alma muerda
ha de rimar su ritmo mi alma loca:
aun mas que por la mano que la toca
la cuerda vibra y canta porque es cuerda.
Así, cuando la negra y dura zarpa
de la muerte destroce el pecho mío,
mi espíritu ha de ser en el vacío
cual la postrera vibración de un arpa.
Y ya de nuevo en el astral camino
concretara sus ansias de armonía
en la cascada de una sinfonía,
o en la alegría musical de un trino.
***
La tarde pidiendo amor…
La tarde pidiendo amor.
Aire frío, cielo gris.
Muerto sol.
La tarde pidiendo amor.
Pienso en sus ojos cerrados,
la tarde pidiendo amor,
y en sus rodillas sin sangre,
la tarde pidiendo amor,
y en sus manos de uñas verdes,
y en su frente sin color,
y en su garganta sellada…
La tarde pidiendo amor,
la tarde pidiendo amor,
la tarde pidiendo amor.
No.
No, que me sigue los pasos,
no;
que me habló, que me saluda,
no;
que miro pasar su entierro,
no;
que me sonríe, tendida,
tendida, suave y tendida,
sobre la tierra, tendida,
muerta de una vez, tendida…
No.
***
Los fieles amantes
Noche mucho más noche; el amor ya es un hecho.
Feliz nivel de paz extiende el sueño
como una perfección todavía amorosa.
Bulto adorable, lejos ya,
se adormece,
y a su candor en la isla se abandona,
animal por ahí, latente.
¡Qué diario infinito sobre el lecho
de una pasión: costumbre rodeada de arcano!
¡Oh noche, más oscura en nuestros brazos!
***
Madrigal
Tu vientre sabe más que tu cabeza
y tanto como tus muslos.
Esa
es la fuerte gracia negra
de tu cuerpo desnudo.
Signo de selva el tuyo,
con tus collares rojos,
tus brazaletes de oro curvo,
y ese caimán oscuro
nadando en el Zambeze de tus ojos.
***
Mujer nueva
Con el círculo ecuatorial
ceñido a la cintura como a un pequeño mundo
la negra, mujer nueva,
avanza en su ligera bata de serpiente.
Coronada de palmas,
como una diosa recién llegada,
ella trae la palabra inédita,
el anca fuerte,
la voz, el diente, la mañana y el salto.
Chorro de sangre joven
bajo un pedazo de piel fresca,
y el pie incansable
para la pista profunda del tambor.
***
Sigue…
Camina, caminante,
sigue;
camina y no te pare,
sigue.
Cuando pase po su casa
no le diga que me bite:
camina, caminante,
sigue.
Sigue y no te pare,
sigue:
no la mire si te llama,
sigue;
Acuérdate que ella e mala,
sigue.
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