Jamlet ha escuchado por ahí que hay hombres y mujeres que vienen a este mundo a cambiar el orden de las cosas, a revolucionar, a cuestionar los rumbos y a lograr que otros seres humanos –léase sociedad– lleguen a un mejor puerto.
De esos personajes hay muy pocos a lo largo de la historia, y sabemos bien que no todos ellos transformaron las cosas para bien. Sin embargo, en el mundo de las letras y otras ciencias sociales, la mayoría han logrado abrir el panorama dejando su huella para la posteridad.
Ese fue el caso del poeta y filósofo Ramón Xirau, que este jueves perdió la vida, y a quien Octavio Paz lo definió como un hombre-puente.
Xirau nació en Barcelona y como muchos otros intelectuales de su época tuvo que exiliarse en México -junto con su familia- debido a la inconformidad con la realidad política de España. A pesar de la tragedia que vivió, en México debemos agradecer que un autor de su talla haya llegado a nuestro país, donde conoció y se hizo amigos de otros grandes como Alfonso Reyes y Octavio Paz.
Su obra, que va desde la poesía hasta el ensayo, fue escrita una parte en catalán y otra en castellano, lo que además enriquece el panorama de un autor que –quizá más tarde nos demos cuenta– es universal.
Jamlet quiere que recordemos todos a Xirau y que entendamos un poco de su obra no sólo poética sino crítica, así como su paso por la academia, por eso les comparte dos enlaces; uno donde se analiza su obra y sus pensamientos, y el otro donde el mismo autor habla de su vida y trabajo.
http://www.letraslibres.com/mexico/ramon-xirau
http://www.letraslibres.com/mexico/ramon-xirau-en-sus-palabras
Y para que también lo lean como poeta, les dejamos estos tres poemas:
Cerezas
A Octavio Paz
en su aniversario
Rojas las cerezas,
rojo el claustro iluminado
de vidas limpias. Claridad.
¿El sol, cántico de fuego?
Rojas las cerezas?
todo luz, todo mar
todo claustro.
***
Gradas
A Ana María
I
Las estrellas nos miran lentamente
cierran sus ojos las bahías. El arco
de luz cerca los cabos en la ruta del fuego,
foques, banderas en las barcas, fosco
el fuego atónito de las naranjas,
en el aguanueva de los naranjales. Las bridas
de caballos pensados, pesados, imaginados,
lentamente nos guían igual que las estrellas,
cobarde noche, no puede con nosotros
tu oscuridad de marivientos
y raíces en el acantilado. Ah, todo canta, canta
en las encrucijadas del desierto: arco breve del mar.
Calamar, astro-nieve, lentamente
me deslumbran (el sol en las espumas
hace castillos breves de marinieve y trigo).
Los labriegos se mueven ?leve moverse?
Como en casa de Brueghel, como
Los ríos se mueven; no, que se anudan
en las pinturas altas de balcones abiertos,
en las huellas en un sueño que reflejan
las purísimas
aguas de un ojo que no veo
ni puedo ver con ojos
carnales, oh dioses del mar, oh dioses encendidos.
(Grupo exacto e intacto de flores amarillas
en las sendas del bosque, en los atajos
de la vista me cercan, beben, cantan ?no,
no me cercan. Ah, barcas. Lentamente
los ángeles de viento y de poniente
ríen, las flores de los áloes
me esperan no sé dónde o lo sé poco,
más allá de las fuentes
oh barcas. Todo es ejercicio de belleza
sobre las olas azulencas.)
Los áloes, las miradas del cabo
?mar adentro?, flores de espuma, crecen.
Mediodía. Todo es silencio y en la roca
el mirar Tuyo crece, nunca
visible, mas visible eternamente
como la ola visible arena toda
como tronco y maderas todos leves
como la luz sencilla memoriosa
Mente.
(Chillan gaviotas-naves oro leve y Dios
pensar del pensamiento horrorizado el pico
restauradoramente-isleño y cree y creo
mimosaluzcongojahonestaohfleuve
de mirar irritado, malquiere, maloduele
oh barcas, barca, barcas
oh las barcas)
Una hoja navega en este río
y es verde y pura mar de luz y mar.
XI
Barcas de mar azul,
los olivos ramos y remos de todo pájaro
hablan, cantan, Gregorio, con luz
que no admite tinieblas. Se abren los libros,
se abren todos los signos ?barcas, barcas?
las estrellas nos miran lentamente,
cierran sus ojos las bahías. El arco de la luz
a pesar de Dolor, canta, todo canta,
cuando las naranjas maduras, en el campo
verde caen y son luz,
ah, mar, de barcas, barcas, barcas,
en la bahía abierta, en el cristal
de la bahía de las barcas, barcas, cuando
las naranjas se abren en el cielo.
***
Templo
No sé si el tiempo nos busca anillo de luz
no sé si las naves azules
ven olas de luz en el camino
del templo. No sé si las miradas de las olas
renacen en las hojas, en las yedras,
en las arenas.
Las encrucijadas del viento, las ferias de la mañana
encienden, noche adentro,
las zarzamoras del fuego.
Mundo: ejercicio de los equilibrios leves
cae y no cae en el atardecer encendido,
no sé si nos ve en las yedras del templo.
¿Nos mira, nos mira, nos mira Sinnombre?
Sé que el silencio estalla
en las fresas vivas
de la tarde.
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