Seguramente siempre que escuchas la palabra alga de inmediato te viene a la mente un elemento vegetal creciendo debajo del agua hacia la superficie, así como las hemos visto en muchas películas y caricaturas que se desarrollan en este hábitat. Y la verdad es que estás en lo cierto; sin embargo, no todas las algas son macro y tampoco todas tienen ese aspecto descrito previamente, de hecho, mis algas favoritas son microscópicas y además tienen formas y ornamentaciones que las convierten en seres sumamente particulares e increíbles.
Las microalgas de las que te hablo se llaman DIATOMEAS y son organismos que podrían incluso hacerte pensar que no tienen vida, además no se parecen al imaginario de un alga y ello puede obedecer a que son organismos unicelulares. Se caracterizan por presentar VALVAS —dos “mitades” que embonan perfectamente— semejantes a las valvas de una ostra, pero constituidas por otro material y tienen un aspecto diferente-. Éstas presentan ornamentaciones o ESTRÍAS que pueden observarse a lo largo de todo el organismo; al conjunto de las valvas y todo el contenido celular se le denomina FRÚSTULA. Son muy bellas y cuentan con patrones de crecimiento perfectos que las hacen cumplir muchas veces con las características de la divina proporción de Da Vinci o proporción áurea.
El principal constituyente de las valvas de las algas es el SÍLICE, el cual es un nutriente que no se encuentra fácilmente en la naturaleza, pero sin el que la presencia de éstas es imposible —por cierto, a este tipo de nutrientes se les denomina biolimitantes, son indispensables y se encuentran en pocas cantidades—. Dependen tanto del sílice, que en casi todas las especies el nutriente representa el 90% de su peso total.
El sílice se relaciona con las diatomeas pero también los cuarzos lo presentan en su composición, y de igual forma es el principal constituyente de la arena en las playas.
Hablando en un plano más ecológico, la importancia de estos seres microscópicos radica en que son constituyentes del FITOPLANCTON, el cual junto con el zooplancton forman la base trófica en los sistemas acuáticos, pues animales filtradores más complejos se alimentan de todo aquello que no pueden ver nuestros ojos, arrancando así el ascenso alimenticio hasta llegar al último nivel: el de los depredadores.

Un dato curioso asociado a las algas es la capacidad que tienen de generar estructuras de latencia —esporas— que pueden durar ¡hasta 3 AÑOS! y mediante las cuales pueden mantener enquistado como un paquete genético toda la información necesaria para que cuando se presenten condiciones específicas ideales puedan volver a producir un “Bloom” –o proliferación— hasta recuperar los individuos con los que contaba la población antes del cambio de condiciones.
Además de la gran importancia ecológica, las diatomeas han sido aprovechadas por los seres humanos con diferentes aplicaciones. Por ejemplo, en el ámbito científico son utilizadas para fechar cuencas o suelos marinos y lacustres, pues se sabe que determinadas especies aparecieron en edades geológicas conocidas, así que con muestras de diatomeas de determinado sitio podemos saber la historia de La Tierra.
Debido al alto contenido de sílice en su composición, en el área de la agricultura y jardinería es utilizado como abono y como insecticida, pues no causa ningún daño al ingerirlo.
Finalmente gracias a éstas se obtiene la DIATOMITA, material formado por restos fosilizados de diatomeas, que es utilizado para absorber líquidos o humedad –así es, esos paquetitos de sílica que encontramos en un montón de productos derivan de estas microalgas—, como abrasivo, aislante térmico e incluso es uno de los componentes de la dinamita.
Así es como éstos organismos tan pequeños y que seguramente has visto en algún “post” de Facebook por la increíble estructura de sus valvas, pero que muy probablemente desconocías, tienen una gran importancia en las redes tróficas de los sistemas acuáticos y han originado materiales con los que estamos familiarizados diariamente, pero de las que —como muchas de las cosas que usamos— desconocemos su procedencia. Además, es increíble como el tamaño de estos seres es inversamente proporcional a toda la información paleo-biológica que pueden proporcionarnos de nuestro planeta, lo cual solo vuelve a recalcar la importancia de cada uno de los seres en la naturaleza sin importar su tamaño.
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