Había sospechas pero ahora queda claro: existen lugares donde la derrota tiene olores; no solo uno sino varios. Uno de esos sitios se encuentra en el universo creado por la escritora veracruzana Fernanda Melchor (1982) en su más reciente novela titulada Temporada de Huracanes (Random House, 2017).
En La Matosa y sus alrededores todo parece estar en continuo estado de descomposición; hay un orden sin orden y cada uno de sus habitantes –incluidos, por supuesto, los personajes principales de la novela– cumplen sin reproches su rol en un caos lleno de envidias, soledad, pobreza, olvido… alcohol, drogas, sexo, celos y muertes irremediables que no tardan mucho en llegar.
La Matosa hiede a ingobernabilidad, a asesinatos que quedarán impunes, a abusos de autoridad, a familias que no lo son tanto porque reprochan siempre su pasado y su dudoso porvenir. Para muestra, la siguiente frase de una de los personajes secundarios del libro: “hijos de mis hijas, mis nietos; hijos de mis hijos, sepa su chingada madre”.
En ese lugar donde los fracasos dejan esparcido su olor es donde La Bruja y su hija, La Bruja Chica, son condenadas al olvido y sirven como eje para que los demás personajes -Luismi, Munra, Brando y otros- nos cuenten breves historias que tienen una conexión definitiva: la muerte.
En el pasado, los huracanes golpearon y dejaron en el abandono a La Matosa y a sus habitantes… pero Melchor logra desenterrar sus viejas historias de deseos reprimidos y traiciones en esta novela que deja al lector con un sabor amargo en la boca pero con ganas de más.
La escritora veracruzana –que fue etiquetada como una de las autoras del nuevo “boom” latinoamericano– nos enfrenta en Temporada de huracanes con un mundo más ruín y sin amor que a veces, solo a veces, se nos olvida que existe más allá de nuestros pequeños universos.
Hay una certeza con esta novela de Fernanda Melchor: al terminar, el lector se dará cuenta de que está solo, y una larga y profunda náusea no lo dejará seguir. Esa sensación pasará, eso es seguro, pero tardará y va a causar muchos estragos, como cuando un huracán pasa por la ciudad costera que todos queremos habitar, un paraíso.
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