Música

La música como derecho universal. Caso Venezuela

Canta Jorge Drexler en su canción Bailar en la cueva –del disco del mismo nombre– que “la música enseña, sueña, duele, cura”… y que “ya hacíamos música muchísimo antes de conocer la agricultura”.

Y bajo esas sentencias, quien esto escribe cree que la música es un derecho universal y que los creadores, es decir los músicos talentosos, deben tener todo el apoyo de las instituciones –si estos se acercan a los espacios oficiales, por supuesto– sin ser cuestionados, criticados o censurados por sus posiciones políticas o ideológicas.

Por eso, al ver el caso del director venezolano Gustavo Dudamel y la cancelación de la gira por Estados Unidos de la Orquesta Nacional Juvenil de Venezuela –por las críticas del músico al gobierno de Nicolás Maduro y la represión en su país–, lo único que se nos ocurre pedir desde este espacio es que se deje en paz a los músicos y que no se les condene por opinar sobre la crisis que vive Venezuela.

Porque los casos como los del violinista Wuilly Ortega –detenido por protestar con su violín– se seguirán repitiendo si no se levanta la voz. Y es cierto, la gira de la orquesta depende del presupuesto gubernamental –y además Dudamel es director del Sistema Nacional de Orquestas y Coros Infantiles y Juveniles de Venezuela— pero eso no implica que un gobierno pueda decidir si se hará o no porque le molestan las opiniones de quien dirige el proyecto.

Porque ni a Maduro ni a nadie se le debe olvidar que dicho sistema fue creado hace más de 40 años, incluso antes de que Hugo Chávez llegara al poder. Y ha ayudado a miles de venezolanos a superarse gracias a la música y a su creación.

Quizá a Maduro deberían contarle sus allegados la anécdota que se narra aquí, en la que Hugo Chávez, conmovido por Beethoven y por la astucia del creador del sistema, el músico José Antonio Abreu, decidió seguir apoyando el programa para que miles de niños y jóvenes vieran en la música un proyecto de vida que –como en el caso de Dudamel– los ha llevado hasta lo más alto.

Ante el enojo y la impotencia por no poder más que demostrar su apoyo en estas líneas, solo queda volver a la letra de la canción del uruguayo Drexler: “la música enseña, sueña, duele, cura”. ¡Señor Nicolás Maduro, escuche, escuche y escuche… hasta que la música le enseñe y, si hay remedio para usted, que lo cure!

4 comments on “La música como derecho universal. Caso Venezuela

  1. No concibo a Venezuela sin sus violinistas, sus instrumentos, y sus anhelos de ser músicos. He estado en esos conciertos, y se me eriza la piel, se me alegra el espíritu, se me remueve el ADN…Mi cerebro se calma, deja de pensar. La música es una forma de meditación. Los violines mueven la energía, y despierta el pensamiento. ¡Qué pena que Nico…no escuche buena música!, tal vez escuche el ruido de los silencios del hambre.

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  2. Reblogueó esto en Mi café y yo.y comentado:
    No concibo a Venezuela sin sus violinistas, sus instrumentos, y sus anhelos de ser músicos. He estado en esos conciertos, y se me eriza la piel, se me alegra el espíritu, se me remueve el ADN…Mi cerebro se calma, deja de pensar. La música es una forma de meditación. Los violines mueven la energía, y despierta el pensamiento. ¡Qué pena que Nico…no escuche buena música!, tal vez escuche el ruido de los silencios del hambre.

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