El poeta y dramaturgo español Manuel Machado escribió en una carta dirigida a su hermano Antonio –también gran poeta– notificándole que dejaría de escribir poesía porque su obra tenía edad.
Antonio intentó convencer a Manuel de no abandonar su labor lírica, pero éste decidió dedicar su vida y tiempo a escribir en otros géneros.
Sin embargo, su obra poética nos deja a todos un gran sabor de boca, porque nos hace recordar que a pesar de tener edad –como él mismo sugirió– todo parece indicar que siempre fue madura.
Para muestra, Jamlet eligió estos seis poemas:
Antífona
Ven, reina de los besos, flor de orgía
amante sin amores, sonrisa loca…
Ven, que yo sé la pena de tu alegría
y el rezo de amargura que hay en tu boca.
Yo no te ofrezco amores que tú no quieres;
conozco tu secreto, virgen impura:
amor es enemigo de los placeres
en que los dos ahogamos nuestra amargura.
Amarnos…¡Ya no es tiempo de que me ames!
A ti y a mí nos llevan olas sin leyes.
¡Somos a un mismo tiempo santos e infames,
somos a un mismo tiempo pobres y reyes!
¡Bah! Yo sé que los mismos que nos adoran
en el fondo nos guardan algún desprecio.
Y justas son las voces que nos desdoran…
Lo que vendemos ambos no tiene precio.
Así, los dos, tú amores, yo poesía,
damos por oro a un mundo que despreciamos…
¡Tú, tu cuerpo de diosa; yo, el alma mía!…
Ven y reiremos juntos mientras lloramos.
Joven quiere en nosotros Naturaleza
Hacer, entre poemas y bacanales,
el imperial regalo de la belleza,
luz, a la oscura senda de los mortales.
¡Ah! Levanta la frente, flor siempreviva,
que das encanto, aroma, placer, colores…
Diles con esa fresca boca lasciva…
¡que no son de este mundo nuestros amores!
Igual camino en suerte nos ha cabido.
Un ansia igual que nos lleva, que no se agota,
hasta que se confundan en el olvido
tu hermosura podrida, mi lira rota.
Crucemos nuestra calle de amargura
levantadas las frentes, juntas las manos…
¡Ven tú conmigo, reina de la hermosura;
hetairas y poetas somos hermanos!
***
Ausencia
No tienes quien te bese
tus labios de grana,
Ni quien tu cintura elástica estreche,
dice tu mirada.
No tienes quien hunda
Las manos amantes
en tu pelo hermoso, y a tus ojos negros
no se asoma nadie.
Dice tu mirada
que de noche, a solas,
suspiras y dices en la sombra tibia
las terribles cosas…
Las cosas de amores
que nadie ha escuchado,
esas que se dicen los que bien se quieren
a eso de las cuatro.
A eso de las cuatro
de la madrugada,
cuando invade un poco de frío la alcoba
y clarea el alba.
Cuando yo me acuesto,
fatigado y solo,
pensando en tus labios de grana, en tu pelo
y en tus ojos negros….
***
Cante hondo
A todos nos han cantado
en una noche de juerga
coplas que nos han matado…
Corazón, calla tu pena;
a todos nos han cantado
en una noche de juerga.
Malagueñas, soleares
y seguiriyas gitanas…
Historias de mis pesares
y de tus horitas malas.
Malagueñas, soleares
y seguiriyas gitanas…
Es el saber popular,
que encierra todo el saber:
que es saber sufrir, amar,
morirse y aborrecer.
Es el saber popular,
que encierra todo el saber.
***
Desnudos de mujer
¡Oh la dorada carne triunfadora
de esta gentil madona veneciana,
que ha sido Venus, Dánae, Diana,
Eva, Polymnia, Cipris y Pandora!…
¡Oh gloria de los ojos, golosina
eterna del mirar, dulce y fecunda
carne de la mujer, suave y jocunda,
madre del Arte y del vivir divina!
Húmedos labios a besar mil veces…
Líneas de lujuriantes morbideces
que el veneciano sol dora y estuca…
¡Oh el delicioso seno torneado!…
¡Oh el cabello de oro ensortijado
en el divino arranque de la nuca!
***
Dolientes madrigales
Por una de esas raras reflexiones
de la luz, que los físicos
explicarán llenando
de fórmulas un libro…,
Mirándome las manos
-como hacen los enfermos de continuo-,
veo la faceta de un diamante, en una
faceta del diamante de mi anillo,
reflejarse tu cara, mientas piensas
que divago o medito,
o sueño… He descubierto
por azar este medio tan sencillo
de verte y ver tu corazón, que es otro
diamante puro y limpio.
Cuando me muera, déjame
en el dedo este anillo.
Estoy muy mal… Sonrío
porque el desprecio del dolor me asiste,
porque aún miro lo bello en torno mío,
y… por lo triste que es el estar triste.
Pero ya la fontana
del sentimiento mana
tan lenta y silenciosa, que su canto,
sonoro otrora como risa, es llanto.
***
El jardín negro
Es noche. La inmensa
palabra es silencio…
Hay entre los árboles
un grave misterio…
El sonido duerme,
el color se ha muerto.
La fuente está loca,
y mudo está el eco.
¿Te acuerdas?… En vano
quisimos saberlo…
¡Qué raro! ¡Qué oscuro!
¡Aún crispa mis nervios,
pasando ahora mismo
tan sólo el recuerdo,
como si rozado
me hubiera un momento
el ala peluda
de horrible murciélago!…
Ven, ¡mi amada! Inclina
tu frente en mi pecho;
cerremos los ojos;
no oigamos, callemos…
¡Como dos chiquillos
que tiemblan de miedo!
La luna aparece,
las nubes rompiendo…
La luna y la estatua
se dan un gran beso.
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