Caronte: crónicas al inframundo Cine

Pequeño demonio – Caronte: Crónicas al inframundo

Por Jim (@DirectorJim)

¡Saludos, viajeros a lo desconocido! Si bien ser padre es una idea ya de por sí aterradora, terminar engendrando al mismísimo Anticristo podría ser el peor de los escenarios, y por ello, una de las ideas que más han atraído al cine de horror. Sin embargo, ¿qué pasaría si la encarnación no fuera tu hijo pero igual tuvieras que criarlo? Este pequeño giro promete poner las cosas un poco más divertidas…

Es una noche oscura y tormentosa. Una mujer grita y corre en medio de la lluvia buscando a su hijo y a su marido. Pronto, da con el niño, que permanece callado con una pala en las manos. Algo terrible acaba de suceder. ¿Cómo fue que llegamos aquí?

Volvemos en el tiempo una semana, con Gary (Adam Scott) mudándose con Samantha (Evangeline Lily), con quien acaba de contraer matrimonio. Ella es la mujer perfecta para él, aunque su hijo Lucas (Owen Atlas) es un poco raro: quizá vive asustado de todas las desgracias que ocurren a su alrededor, como gente cercana a él muriendo o enloqueciendo… ¿O será que todo está conectado con los sucesos que vaticinan el próximo fin del mundo?

Para este punto, la cinta ya ha dejado muy claras sus intenciones: es una parodia en toda regla de La Profecía, desde su premisa hasta el look de su protagonista infantil, aderezada con múltiples referencias a clásicos del horror como El resplandor y Poltergeist, las cuales seguramente sacarán una sonrisa en los seguidores más ávidos del género… De hecho, es probable que ellos sean los que más se entretengan en la cinta. Para el resto, queda una trama simplona y predecible, que si bien tiene un par de momentos simpáticos, también tiene otros tantos incómodos, de esos que tienen a los personajes con risas forzadas para ver si convencen al espectador de hacer lo mismo.

Mucho se debe al desperdiciado potencial de los personajes. Los protagonistas pasan la mayor parte del tiempo en bromas que no van hacia ningún lugar en vez de darles una interacción más sólida, principalmente entre padrastro e hijo (la escena del parque acuático es muestra de lo mucho que pudo lograrse). Aunque ambos adultos tratan de sacar adelante el flojo guión con su carisma y experiencia en la comedia (logrando colar un par de chistes bobos), no basta, sobre todo cuando la terrible actuación del niño termina por meterles el pie.

A esto se suman un montón de personajes secundarios desechables: tan pronto como son presentados son desechados por la trama, tiempo suficiente para causar una buena impresión, y por ende, una pronta decepción. Aunque Al (Bridget Everett) es una de las excepciones rescatables, este ejercicio se repite tanto que se vuelve fastidioso.

¿El veredicto del barquero? El bastardo del diablo. Tibia y plana, Pequeño demonio toma la salida fácil para una premisa que exigía arriesgar mucho más, y no el sentido de situaciones absurdas y exageradas (de las cuales tiene por montones), sino a nivel creativo y narrativo, de donde no sale muy bien parado por quedarse a la sombra de sus referentes. Tal vez con amigos se disfrute más, pero sólo en una tarde donde no haya nada mejor que hacer.

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