Las malas lenguas dicen que ya se le fue el tren a Sergio. Que a su edad, lo único que agarrará será una pulmonía por no ponerse suéter cuando sale en sus noches de parranda (¿ven? Ya usa palabras acorde a su edad). Pero él, de pie como un roble, acepta el futuro tal cual viene y ya se vio en el papel de la tía que baila todas las cumbias de Margarita en las fiestas… o el tío borracho que llega a los bautizos y les da dinero a sus sobrinos. No le desagrada la idea, para nada, hasta le resulta desafiante, pero sabe que necesita a alguien que lo acompañe en este trayecto. ¿Un pez? Pfff, para nada, es más divertida una piedra. ¿Un mapache bebé? No, por favor, porque se lo terminará comiendo de tan tiernos que son. ¿Un pájaro? Ahmm, no, Sergio vio Río y sabe que no debe de tenerlos en jaulas. ¿Un changuito? Estaría padre, pero el tráfico de animales no se le da. ¿Una serpiente? Nah, ya tiene suficiente con sus tías poblanas. ¿Un perro? Puede ser, los considera muy lindos, aunque el desborde excesivo de amor le incomoda. ¿Un ratoncito? Turbo sí, se anexa a la lista. ¿Qué otro podría ser? ¡Sí, un gato! Son bonitos, necesitan la atención y el cariño justo que Sergio puede dar, tienen colores rifados, son limpios, cazan grillos y pájaros, son perezosos y podrían pasar un fin de semana juntos sólo comiendo y bajo el mínimo esfuerzo… además, sabe por buenas amistades, que un dueño huraño y un gato combinan tan bien como una barbacoa y una cruda dominguera. Se cancela la búsqueda, Sergio será la versión 2.0 de la loca de los gatos.
Una vez tomada esta decisión, Sergio quiere aprovechar el momento para compartirles a los lectores de Jamlet Inculto algunos datos nerdos sobre toda la ciencia que hay en cada pelo de los gatos. ¿Aceptan? Vamos, pues.

Para empezar, existe un hecho comúnmente aceptado de que los gatos son organismos solitarios y la razón proviene de su origen evolutivo. Mientras que el perro desciende de los lobos salvajes, los cuales se agrupaban en manadas altamente jerarquizadas, el gato domesticado emana de los gatos salvajes de Asia y África, quienes eran más solitarios; aunque los gatos forman una compleja organización social si se encuentran en grupo, nunca salen a cazar en manada, siempre lo hacen de forma individual. Además, por su origen histórico de domesticación, los gatos inicialmente fueron utilizados para el control de plagas (ratones y ratas) cuando surgió la agricultura, caso contrario al de los perros quienes siempre fueron utilizados con fines de compañía. Y digo que “fueron utilizados” porque es el beneficio que los humanos le encontramos a los gatos; sin embargo, varios estudios actuales demuestran que más bien los gatos se domesticaron a sí mismos, ellos dijeron “bitch, please! De aquí soy” y nos utilizaron para su beneficio, ¿no los hace esto más hermosos? Los gatos al ver que los sembradíos de los humanos poseían una cantidad considerable de comida que les ahorraba desplazarse largas distancias para cazar, se autoinvitaron a vivir en los pueblos primitivos y ya, con el tiempo, los humanos los favorecieron con premios, caricias, alimento y protección, algo que completó el éxito de la domesticación y su adaptación a nuevos ambientes. Asimismo, algo que determina qué tan sociables serán los gatos es la infancia que vivieron (*a Freud le gusta esto*): los gatos aprenden a socializar dentro de las primeras dos y sietes semanas de vida y, en términos generales, los que están expuestos a más humanos durante este tiempo crítico serán más amigables tanto con humanos como con otros gatos o animales domésticos.

Otra cualidad de los gatos es que, a menos que haya un beneficio inmediato, como la comida, estos felinos hacen poco caso a su dueño cuando los llama o simplemente no responden a órdenes como “siéntate” o “hazte el muertito”; es más, pareciera que cuando los llamas ellos te ven con cara de “no estés jodiendo, humano” y se van muy dignos caminando. Y no es que no reconozcan a sus dueños, lo hacen completamente, tal como demuestra un estudio donde concluyen que los gatos sí son capaces de distinguir las voces de las personas con las que conviven, sólo que no obedecen órdenes específicas probablemente por su falta de habilidad social recíproca, resultado de su corto tiempo de domesticación (9 mil 500 años frente a 16 mil años que les llevan de ventaja los perros). Pero esta falta de “obediencia” no significa que haya falta de afecto, sino todo lo contrario, algunas investigaciones han analizado el apego de las mascotas hacia sus dueños y han descubierto que los gatos tienen tanto apego emocional como lo tienen los perros u otras mascotas, sólo que no lo demuestran tanto… igualito como cuando dicen que Sergio es una piedra, pero en el fondo tiene un corazón suave y esponjoso como tamal de dulce.
Un rasgo más de los gatos es un fenómeno que viven llamado neotenia, es decir, la persistencia de características infantiles, tanto físicas como de comportamiento, en el animal adulto. La neotenia es el resultado del proceso de domesticación, y ésta ha seleccionado características infantiles que resultan atractivas en un animal domesticado debido a que estos atributos son buscados por el ser humano y, al tenerlos un animal, éstos aumentan su éxito reproductivo. Todos hemos notado que hay ciertas características de bebés que conservan los gatos a pesar de ya ser todos unos ancianos: el maullido, la posición de las orejas, el tamaño del hocico o el ronroneo. A pesar de que los gatos se desarrollan por completo a nivel físico y reproductivo, en sus mentes existe un sentimiento de crías en relación con los individuos que los rodean. El maullido, en específico, es una propiedad que los gatos salvajes sólo utilizan durante su infancia para comunicarse con su madre, desapareciendo al año de vida. Pero en los gatos domésticos no sucede esto y el maullido se conserva hasta la vejez; de hecho, el gato es un animal bastante locuaz cuando interactúa con otros animales o humanos, por lo que el maullido ya forma parte de su comportamiento a lo largo de la vida. Otro ejemplo de neotenia es la conducta que tienen los gatos con sus dueños, cuando los felinos muerden ciertas partes del cuerpo o se abalanzan con sus garras con tal de recibir una caricia. Esta conducta infantil es la misma que hacen cuando se alimentan de su madre y con sus garras estimulan el vientre para estimular el flujo de la leche a los pezones. Por último, el ronroneo también es una herencia de su infancia en donde lo utilizan para reclamar algo con urgencia, aunque en la domesticación se conservó esta característica para seguir comunicándose con su dueño; incluso, la frecuencia de sus ronroneos -o lo agudo o grave de éstos- cambian de acuerdo a la necesidad de los gatos: cuando piden alimento la vocalización es más aguda, mientras que cuando están molestos, la vocalización es grave.
Ahora Sergio quisiera hablar sobre la inteligencia de los gatos. La inteligencia animal se mide por su capacidad de supervivencia y adaptación al entorno. Esta definición también podría ser adaptada al humano… y, por poner un fácil ejemplo, los individuos que salían en el programa de televisión Jackass no eran las personas más inteligentes de este mundo. Pero bueno, volvamos a los gatos. Estos bichos cumplen al menos cinco tipos de inteligencia en un nivel extraordinario: son capaces de explorar nuevos territorios (inteligencia visual-espacial), pueden predecir la conducta de su presa (inteligencia interpersonal), saben escoger el lugar en dónde vivir en función de lo seguro y favorecido que sea (inteligencia naturalista), conocen la mecánica de su cuerpo y la explotan completamente (inteligencia mecánica-cinética) y son capaces de mantener una higiene personal que les permite estar saludables (inteligencia intrapersonal).
Aunado a lo anterior, Sergio quiere hacer énfasis de la ciencia que hay en la anatomía y movimiento de los gatos. Los bigotes de muchos felinos, en especial de los gatos, son como un radar. Los 24 bigotes que tienen los gatos funcionan como un mecanismo para medir distancias y las dimensiones de seguridad de su ambiente, principalmente en condiciones de oscuridad. También, ayudan a ejecutar movimientos complejos y totalmente habilidosos. Por ejemplo, para saber si cabrán en algún espacio, ellos miden esto con sus bigotes y de ahí toman una decisión. Por estas razones, nunca cortes los bigotes de tu gato, podrías estar alterando su equilibrio y sentidos.

Otra parte importante de los gatos es su sistema auditivo y vestibular, partes anatómicas que son la causa de que “los gatos siempre caigan de pie.” Aunque esta frase no es completamente cierta, los gatos tienen una mayor conciencia de su equilibrio en ambientes constantes e improvisados, incluso con cambios bruscos de estado. El sistema vestibular consiste en un pequeño espacio en el oído donde se encuentran células sensoriales debajo de pequeñitos cristales de carbonato de calcio, éstos al moverse estimulan las células para que el cerebelo entienda en qué posición nos encontramos y, si fuera necesario, mande las órdenes necesarias para recobrar el equilibrio. Una de las grandes preguntas consiste en explicar la física subyacente detrás de la observación de los reflejos del gato, es decir, cómo un cuerpo en caída libre puede cambiar su orientación de tal manera que no viole la ley de conservación del momento angular. La respuesta está en que cuando un gato está cayendo, lo primero que hace es reaccionar moviendo el cuello para que su cabeza se ubique en una posición correcta. Una vez que lo logró, el sistema vestibular envía señales a todo el cuerpo para que los músculos se muevan para no favorecer la ley de conservación del momento angular. Esta ley dice que bajo ciertas condiciones de rotación y velocidad, el sistema mantiene constantes la posición y el movimiento a medida que pasa el tiempo. Entonces, cuando un gato cae de espaldas, girar 180° no sería posible porque el gato viene a una velocidad angular igual a cero. Pero vaya, los gatos son brillantes y por eso mueven su cabeza y arquean su columna, lo que provoca un pequeño cambio en la velocidad angular y, por tanto, permite que sus patas se ubiquen en el eje de rotación correcto y pueda caer de pie; este fenómeno es conocido como el del gato paracaidista. Chale, los gatos aprendieron más física que Sergio en toda la secundaria y preparatoria.
Sin más, a Sergio sólo le queda adoptar un gato y ser feliz con él como lo son varios de sus amigos al tener a Cati, Nico, Tony, Picasso, Samanta, Matilda, Finn, Hiruki, entre muchos otros. Por ahora, Sergio se dispone a ver gatitos en internet (no empiecen de puercos, estamos en un espacio serio) y calmar los ánimos de su pesado día con estas preciosuras. Hasta pronto.
¿Quieres leer más al respecto?:
- J. Montague, G. Li, et al., Comparative analysis of the domestic cat genome reveals genetic signatures underlying feline biology and domestication. 2014. PNAS. 111(48): 17230-17235.
- R. V. Shreve y M. A. Udell. What’s inside your cat’s head? A review of cat (Felis silvestris catus) cognition research past, present and future. 2015. Animal cognition. 18(2): 1195-1206.
- Ottoni, W. Van Neer, et al., The palaeogenetics of cat dispersal in the ancient world. 2017. Nature Ecology & Evolution. 1(139): 1-7.
0 comments on “Los gatitos saben de ciencia”