Villamelón pensó, mientras revisaba la prensa deportiva de las últimas semanas, que el racismo sigue permeando en mucho ámbitos de la sociedad, a pesar de las iniciativas para tratar de evitarlo.
El futbol no es la excepción y durante los últimos años hemos visto penosas escenas en las que muchos aficionados insultaron a jugadores o, en otros casos, insultos racistas entre los mismos jugadores.
El último de esos lamentables y criticables episodios se dio en Italia, donde los aficionados más radicales del equipo Lazio de Roma pegó stickers de la foto más famosa de Anna Frank, pero vestida con la playera oficial de su más odiado rival futbolístico, por ser de la misma ciudad: la Roma.
Esas estampas fueron pegadas en el Estadio Olímpico, en el lado del inmueble donde se colocan cada partido los fanáticos de la Roma.
Luego que se diera a conocer la noticia, el mundo futbolístico de Italia en particular y de Europa en general, se mostró consternado y criticó el acto.
El presidente de la Lazio, Claudio Lotito, tomó cartas en el asunto y decidió organizar visitas al campo de exterminio de Auschwitz –precisamente donde estuvo recluida Ana Frank– para los jóvenes aficionados del equipo, con el fin de que estos cobren conciencia de lo que fue el Holocausto y se lo piensen dos veces antes de volver a hacer lo del Olímpico.
Pero no solo eso, la liga italiana y la mayoría de los equipos italianos de futbol profesional, se solidarizaron con el tema y crearon el hashtag #TodosSomosAnnaFrank y decidieron arrancar una campaña donde en todos los partidos se lean fragmentos del Diario de Anna Frank, libro íntimo de la niña que perdió la vida estando recluida por el régimen nazi, allá por 1945.
Villamelón se quedó cavilando que, aunque a muchos les pueda parecer inútil todo lo que están haciendo en Italia luego del caso de los stickers, es de aplaudir que las autoridades, equipos, jugadores y un buen sector de verdaderos aficionados se tomen en serio el racismo y la batalla en contra de él.
Y así, la próxima vez que alguno de esos aficionados radicales, conocidos como ultra, quiera insultar al otro por ser diferente, se lo piense dos veces porque el peso de la sociedad caerá sobre él o ellos.
No lo sabe, quizá Villamelón solo quiere ser, esta vez, un optimista sin remedio.
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