Hay casualidades que nos cambian la vida, a veces somos capaces de percibir la mutación, otras no tanto y asimilamos los sucesos como si fueran parte de la cotidianidad.
Por ejemplo, los afortunados –como yo– cierta tarde de martes vimos al amor de nuestra vida sin saber que lo era, y a partir de un encuentro breve todo cambió para siempre pero no nos dimos cuenta. La primera casualidad fue que ambos estuviéramos en el mismo espacio y tiempo; la segunda cuando supimos que estábamos listos para estar juntos.
Para algunos ese es el transcurso normal de la vida de un ser humano, para otros es la casualidad más grande, porque… ¿Qué probabilidades había de que ambos nos encontráramos, entre tantos millones de personas, en el momento adecuado?
Hace poco otra casualidad hizo lo suyo en mi día a día, y de pronto, sin darme cuenta ya tenía agendada una entrevista con una escritora mexicana que llegó al mundo de las letras gracias a su poesía y que hoy publica una de sus obras más redondas –y lo digo en todos los sentidos–, Las enemigas (Sexto Piso, 2017), donde las situaciones fortuitas cobran un papel relevante –aunque no evidente– y cualquiera que tenga madre encontrará un mensaje que quizá influya en el curso natural de su vida –como debería ocurrir con toda la literatura–.
Estoy hablando de Claudina Domingo, quien en 2011 fue reconocida como “escritora emergente del año” por la revista La Tempestad, ha sido galardonada con el Premio Iberoamericano Bellas Artes de Poesía Carlos Pellicer para Obra Publicada (2012) por su libro de poesía Tránsito (Tierra Adentro, 2011), y con el Premio Nacional de Literatura Gilberto Owen 2016 por Ya sabes que no veo de noche. Además ha sido becaria del Fonca en tres ocasiones.
A continuación les comparto la entrevista que tuve con Claudina, esa entrevista casual pero certera que provocó uno que otro cambio en mi entorno.
JB: Las enemigas es un libro que versa sobre las madres, la muerte y el origen, ¿fue casualidad que cobrarán relevancia estos tópicos o fue algo premeditado?
CD: En un inicio pensaba en la figura de la muerte. En el primer cuento la protagonista se enfrenta a su propia muerte y poco a poco, conforme avanzaban las historias, me di cuenta de que la madre empezaba a ser una figura más presente. Entonces me lo plantee de manera más temática, más objetiva.
JB: ¿Qué te motivó a retomar el tema de la violencia contra la mujer en tu libro?
CD: Yo escribí este libro en 2015 y escribí sobre lo que leía en la nota roja. Después de dos años veo que esa situación no ha aminorado y al contrario, hay una violencia generalizada contra la mujer que el Estado no ha querido aceptar. Creo que debería haber una alerta de género nacional; todos los días ves una nota de un asesinato a una mujer, y no hay una declaratoria de alerta nacional sobre ello. Esa es una situación alarmante.
JB: ¿Tú estudiaste literatura, o cuál fue tu camino para llegar a ser escritora?
CD: Yo no estudié, fui una estudiante bastante floja en la prepa. No aguanto dos horas de clase de nada. Eso lo atribuyo a que no haya estudiado una carrera como tal. Tuve la fortuna de que mi papá sea un escritor, tenía libros cerca de mí. Ahora sé que quizá si hubiera decidido estudiar rigurosamente no hubiera tenido algunos problemas económicos que después tuve.
JB: ¿Escribes por inspiración o piensas sobre lo que quieres escribir?
CD: Depende del proceso, hay momentos en los que vas encaminado y entonces te sientas y escribes lo que tienes que escribir, pero luego hay fases en las que tienes que tomar decisiones, repensar y reflexionar muchas cosas y de nada sirve la rutina.
La escritura en general es un proceso muy demandante y en nuestra sociedad no tiene una utilidad dado que no se produce un libro por año, pero es absolutamente coherente que un escritor le dedique dos años a un libro y que le cueste cada minuto que le dedica.
JB: Antes de Las enemigas te dedicaste a la poesía, ¿es complicado –económicamente– escribir este género?
CD: Sí, es difícil, pero tampoco es tan sencillo con la novela o el cuento. En general uno se encuentra en un medio relativamente cerrado y al mismo tiempo te estás comunicando con el exterior.
Nuestra sociedad no tiene mucha paciencia con la curiosidad, y la poesía está en el extremo de la curiosidad.
JB: ¿Qué podrías decirle a los jóvenes que quieren escribir y publicar?
CD: Yo un día escuché a mi papá decir: “si yo le hubiera puesto el camino fácil a ella, no sería quién es”. Es decir, la forma de hacerte sencilla la vida no es la mejor manera. Uno tiene que insistir e insistir, en el día a día, en lo que uno cree que es necesario escribir e insistir en la situación institucional. Mandar a proyectos a becas, a concursos. No desmoralizarse, porque un año te toca un jurado que por determinadas circunstancias está interesado en un tipo de escritura y al año siguiente es totalmente distinto, entonces si uno se desmoraliza de un año para otro no sabes si estás perdiendo una oportunidad.
JB: ¿Leer te hace mejor persona?
Es falso y obsceno creer que las personas que leen son mejores, más exitosos e incluso tienen más dinero. Pero sí hace falta que se promueva la lectura, es de hecho más barato promover la lectura que otro tipo de recreación social. En el fondo, creo que el Estado tendría que invertir en más bibliotecas como la Vasconcelos, de la que poco a poco se han ido apropiando los vecinos de la zona. Hay una necesidad de cultura muy grande en México que hace falta cubrir.
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