Literatura

Seis poemas de Alberto Girri, el argentino “árido e incomprensible”

El poeta, ensayista y traductor argentino Alberto Girri, siempre vivió al límite, al borde los esquemas y estilos adoptados por escritores de su generación. Debido a ese distanciamiento, Girri fue admirado por muchos y odiado por otros cuantos.

Su poesía, alejada del “yo” como lo reconoció en múltiples ocasiones, fue vanguardia a pesar de sus detractores y en revistas literarias como Vuelta o Sur, el argentino encontró refugio para seguir creando y sorprendiendo a ese mundo de las letras que no pocas veces lo desdeñó.

Alberto Girri, traductor insaciable, escribió más de una treintena de libros en los que incluye prosa y poesía, y Jamlet quiso rendirle homenaje eligiendo y compartiéndoles sus seis poemas favoritos del nacido en Buenos Aires.

 

Andrómeda

La Andrómeda del Tiempo, impar en la belleza y el agravio,

sobre este rudo peñasco ahora escruta largamente hacia uno

y otro brazo de la costa,

su flor, su porción de vida, condenada a ser alimento del dragón.

Muchos golpes y venenos la tentaron y acecharon una vez;

pero desde Occidente oye ahora el rugir de una bestia

más salvaje que las demás, más desenfrenada

en sus daños, más inicua y más obscena.

 

¿Es que su Perseo se demora y la libra a sus vehemencias?

Pero él, hollando por un tiempo el aire suave como una almohada,

suspende sobre ella que se diría abandonada, sus pensamientos,

 

mientras, desgarrada hasta la angustia, su paciencia

crece, luego consigue desarmarla, y nadie lo sospecha

con los arneses y hierros de la Gorgona, correas y dientes.

 

***

 

Cámara oscura

 

Mientras espera que la desnuden,

la expresión se esfuerza en desearse

a sí misma en blanco y negro,

 

                  y el ojo cuidadoso acecha

hasta sorprenderla empañándose,

empañada por matices de tensión,

físico desamparo.

 

              Se trata de cazar,

y se trata de robo,

                           la víctima

lo consciente, sometiéndose,

y el ladrón llena de facciones, visajes,

su bolsa;

 

                no supone angustias, trabajo aflictivo,

incomodidad, suceso infeliz.

                            pero es un tomar lo ajeno

desde artificios que requieren

ingenio en proporción directa

con la propiedad, limpieza,

austeridad de recursos,

 

         y soluciones fortuitas, ocurrencias,

«Improvisación creadora», diría

de su pillaje el que aquí, súbito,

se decide a atacar cubriendo

las lentes con tules, muselinas,

                   y en el incomparablemente joven

perfil modela por distorsiones

otra carne, helada y luminosa,

                         placidez de máscara noh,

                         ascenso a lo andrógino.

 

***

 

Cuando la idea del yo se aleja

 

De lo que va adelante

y de lo que sigue atrás,

de lo que dura y de lo que cae,

me deshago,

abandonado quedo

del fuerte soplo,

del suave viento,

y quieto, las espaldas

vueltas las manos hacia arriba,

apoyo en el suelo,

corazón

abjurando de armas, faltas,

de oraciones donde borrar las faltas,

blando organismo, entidad

que ignora cómo decir: “Yo soy”

y en la enfermedad y la muerte,

vejez y nacimiento,

ya no encontrarán lugar,

como no lo encontraría el tigre

para meter su garra,

el rinoceronte el cuerno,

la espada su filo.

 

Antes hacía, ahora comprendo.

 

***

 

Elegía en vida

 

Intenta dibujar un león

y logra un perro,

 

cuando siente hambre cree

calmarla dibujando pasteles,

 

si dibuja una serpiente

le agrega patas,

 

al concentrarse

en un grano de mostaza, cabeza

de alfiler que crece en arbusto,

dibuja una higuera, lo estéril,

leño seco destinado al fuego.

 

            De preguntársele por qué,

hallaría que son confesiones, desajustes

documentando sus fallas,

                                                un orden visual

para simbolizarlas,

 

                     primero la imagen

de su débil fuerza en las ambiciones,

luego la de su vocación por lo ilusorio,

luego la de su placer de deformar,

 

                           y en conjunto la imagen

de su extravío, incapacidad

de ofrecer frutos legítimos,

                   tal un árbol que no los da

así haya estado siempre junto al agua.

 

***

 

La sombra

 

De algún modo soy tu cuerpo,

Me designo en él, me quema

En la mentira útil como un remo,

En la desgracia y la amorosa lucha

Abriendo los huecos de su máscara.

Pero no me lo permitas,

No me dejes ser sólo tu cuerpo.

De algún modo soy tu cuerpo,

Cuando la rica, inexplicable sangre,

Transcurre en medio de representaciones.

Y lo seré hasta que cenizas

Acaricien tu prestada, última parcela.

Pero no me lo permitas,

No me dejes ser sólo tu cuerpo.

De algún modo soy tu cuerpo,

La opresión que difunde me sostiene,

Y no en otro descienden las palabras,

Urde la disculpa el vejado sermón

Por nuestras pasadas facciones.

Pero no me lo permitas,

No me dejes ser sólo tu cuerpo.

De algún modo soy tu cuerpo

Y si en atención a su dañina mengua

Me cuido bien de mirarlo como esencia,

¿Con qué prodigio, incisivo milagro,

Percibiré tu pasión cuando lo excluya?

Pero no me lo permitas,

No me dejes ser sólo tu cuerpo.

 

***

 

Pascal

 

Casi ninguna verdad,

el vacío

para sentirte seguro

contra la historia,

apóstata

por aconsejar la inconstancia,

la fatiga extrema,

la tempestad,

aunque los hombres no las amen,

por juzgarnos míseros

y tener tan alta idea de ti

que no quieres

compartir nuestras debilidades,

por ser tú mismo endeble

y admirar las moscas,

extrañas potencias

que ganan todas las batallas,

perturban el alma,

y devoran el resto,

por sustraerte al destino común

asomándote al abismo,

tu abismo, a tu izquierda,

y orar con un largo grito de terror,

por cerrarte a la caridad

mientras velas, implacable,

y exiges

que en esa Agonía

que durará hasta el fin del mundo

nadie se duerma,

por haberte ofrecido a Dios

tras anunciar que en todas partes

la naturaleza señala a un Dios perdido.

 

Casi ninguna verdad,

el vacío

y el morir solos

debajo de un poco de tierra.

Tuviste razón,

qué necios son estos discursos.

 

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