El poeta, crítico y dramaturgo T. S. Eliot marcó en el siglo XX y la actualidad a cientos de escritores que alrededor del mundo van en busca del respeto al lenguaje y la palabra.
Eliot, admirador absoluto de Dante Alighieri, dejó su huella tanto en Estado Unidos –lugar donde nació– como en Europa, donde convivió con otros grandes artistas, como su gran amigo Ezra Pound.
Cuando el autor de La tierra baldía –su poema más conocido y aplaudido– decidió establecerse en Londres, Inglaterra, su vida literaria y su legado al mundo de las artes ya estaba establecido, y era casi una profecía cumplida que sus versos llegarían a influir en otros grandes que le precedieron. En el caso de México, Octavio Paz es considerado un poeta “a la T. S Eliot”, por su capacidad crítica y lírica.
Pero para no aburrir más con datos que cualquiera puede encontrar en un clavado a internet, les dejamos cuatro poemas breves para que degusten la maestría de T. S. Eliot:
El primer coro de la roca
Se cierne el águila en la cumbre del cielo,
el cazador y la jauría cumplen su círculo.
¡Oh revolución incesante de configuradas estrellas!
¡Oh perpetuo recurso de estaciones determinadas!
¡Oh mundo del estío y del otoño, de muerte y nacimiento!
El infinito ciclo de las ideas y de los actos,
infinita invención, experimento infinito,
trae conocimiento de la movilidad, pero no de la quietud;
conocimiento del habla, pero no del silencio;
conocimiento de las palabras e ignorancia de la palabra.
Todo nuestro conocimiento nos acerca a nuestra ignorancia,
toda nuestra ignorancia nos acerca a la muerte,
pero la cercanía de la muerte no nos acerca a Dios.
¿Dónde está la vida que hemos perdido en vivir?
¿Dónde está la sabiduría que hemos perdido en conocimiento?
¿Dónde el conocimiento que hemos perdido en información?
Los ciclos celestiales en veinte siglos
nos apartan de Dios y nos aproximan al polvo.
***
Los hombres huecos
I
Somos los hombres huecos
Los hombres rellenos de aserrín
Que se apoyan unos contra otros
Con cabezas embutidas de paja. ¡Sea!
Ásperas nuestras voces, cuando
Susurramos juntos
Quedas, sin sentido
Como viento sobre hierba seca
O el trotar de ratas sobre vidrios rotos
En los sótanos secos
Contornos sin forma, sombras sin color,
Paralizada fuerza, ademán inmóvil;
Aquellos que han cruzado
Con los ojos fijos, al otro Reino de la muerte
Nos recuerdan -si acaso-
No como almas perdidas y violentas
Sino, tan sólo, como hombres huecos,
Hombres rellenos de aserrín.
***
Ojos que vi con lágrimas
Ojos que vi con lágrimas la última vez
a través de la separación
aquí en el otro reino de la muerte
la dorada visión reaparece
veo los ojos pero no las lágrimas
esta es mi aflicción.
Esta es mi aflicción:
ojos que no volveré a ver
ojos de decisión
ojos que no veré a no ser
a la puerta del otro reino de la muerte
donde, como en éste
los ojos perduran un poco de tiempo
un poco de tiempo duran más que las lágrimas
y nos miran con burla.
***
New Hampshire
Voces de niños en el huerto
entre el tiempo de florecer y el tiempo de madurar:
cabeza dorada, cabeza carmesí,
entre la punta verde y la raíz.
Ala negra, ala parda, se cierne en lo alto;
veinte años y pasa la primavera;
hoy duele, mañana duele,
cubridme todo, luz en hojas;
cabeza dorada, ala negra,
agarrad, saltad,
brotad, cantad,
saltad hasta el manzano.
gracias por tu entrada, aunque hace tiempo que lo lei me han traído agradables recuerdos de aquel dia
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